miércoles, 27 de junio de 2012

No me gusta AMLO

Lo he venido repitiendo varias veces durante esta campaña -no me gusta AMLO-, pero voy a votar por él. Siempre he sido -y sigo siendo- crítico de AMLO, pero no por las razones que se repiten hasta el hartazgo en radio, televisión o entre algunos editorialistas acomodaticios. No me gusta AMLO, no porque sea un peligro para México, o porque sea un supuesto "populista" o porque sea un violento.


Quiero pensar que la idea del 'peligro para México' está superada entre quienes tienen acceso a medios alternativos de información (twitter, facebook, blogs, diarios digitales independientes, etc.), sin embargo, en esos mismos medios aún se pueden leer opiniones que equiparan a AMLO con Hugo Chávez, cuando es claro que entre ambos personajes hay una distancia ideológica (AMLO es un político nacionalista que jamás se ha referido al "imperialismo yanqui" o a algún proyecto unificador de América Latina) y también es práctica (el gobierno de AMLO en el DF hizo uso responsable de los recursos para atender dinámicas sociales perversas y jamás dudó en vincularse con la iniciativa privada).


En esos mismos medios he leído opiniones contra AMLO por considerarlo agresivo o violento. Y a mi sigue sin quedarme claro el momento en el que sus acciones de resistencia o protesta hayan sido deliberadamente violentas. Es cierto que hay gente desequilibrada en todas partes y la pasión puede llegar a ganarle a más de uno, pero no existe un razgo de violencia indiscriminada o como medio de acción política en los movimientos que AMLO ha encabezado. Es decir, yo no podría adjudicarle a AMLO el derramamiento de una sola gota de sangre, como sí le adjudico a Enrique Peña Nieto la golpiza y violaciones a los derechos humanos de comuneros en Atenco. Igual que se le puede adjudicar a Calderón la sangre de estudiantes muertos en el Tec de Monterrey y de miles de personas, entre ellos presuntos narcotraficantes que jamás llegaron a un juicio para establecerles una pena adecuada y en cambio recibieron la -casi institucionalizada por este gobierno- pena de muerte.


Sí, cerrar Reforma fue un grave error, yo mismo lo critiqué y con algunos más protestamos contra el bloqueo. Pero finalmente, fue un movimiento pacífico de cuyas consecuencias negativas AMLO ya ha pedido disculpas, algo que no ha hecho Peña en el caso Atenco y Calderón lo ha hecho de forma muy tímida y sin aceptar que su estrategia es errónea.


Algunos más en esas redes hablan de convertirnos en un país "comunista" o "socialista" si gana AMLO, sin explicar lo que entienden por uno o por otro y el cómo podríamos llegar a ese tipo de modelos. Soy socialdemócrata, no le tengo escozor al término socialismo, por lo que un modelo que plantea ampliación de derechos y un piso común de oportunidades me parece adecuado y deseable, sin embargo hay un abismo entre eso y convertirnos en Cuba, Venezuela o la URSS.


No me gusta AMLO porque no se ha definido en temas que me parece debe abanderar cualquiera que aspire a representar un gobierno de izquierda, como la despenalización del aborto o los matrimonios de personas del mismo sexo. Tampoco me gusta que no haya sido clara su condena y deslinde de Bejarano y que tampoco se opusiera tajantemente a la candidatura de Manuel Barlett al Senado. Me parece que ha sido incongruente en algunos temas, como al haber impulsado la construcción de un segundo piso para automovilistas en lugar de construir más metrobuses o líneas del metro para mejorar la calidad del sistema de transporte público en la Ciudad de México. Finalmente, no me gustan las posturas de algunas personas que lo rodean o lo rodeaban, como Fernández Noroña (de quien ya se deslindó) u otros personajes que son incapaces de ejercer un poco de autocrítica y conservan formas de hacer política idénticas a las del PRI.


Sin embargo, como ya se ha dicho mucho, esto que no me gusta parece infinitamente menos grave a la idea de tener de vuelta al PRI encarnado en la figura de EPN. Un gobernador que encabezó la mayor y última franquicia del viejo régimen, donde la palabra del gobernador es sagrada, donde hay que estar cerca y bien con él para que te cobije bajo su manto, donde la corrupción no es inmoral porque a todos les toca un cachito. Basta con alejarse un poco de los municipios conurbados con el DF para descubrir un Estado desigual, donde la falta de planeación urbana es síntoma de la corrupción que hay en las autoridades de todos los niveles de gobierno, o basta con cruzar la línea entre el DF y llegar al Estado de México para tener que dejar el metro y subir a un camión destartalado en que las posibilidades de ser asaltado o tener un accidente son altas. Entre toda la red de complicidades que son menos evidentes, pero que existen y se traducen en policías corruptas, muchas veces vinculadas con el crimen.


Los males de AMLO también me parecen menores a lo que representa JVM. La continuidad de gobiernos erráticos, donde las relaciones de complicidad del viejo régimen siguen existiendo y a través de ellas se toman las decisiones más importantes del país, que benefician a un grupúsculo de hombres ricos y poderosos, y en la mayoría de las ocasiones perjudican al grueso de la población. Por supuesto, tampoco quiero seguir teniendo un gobierno de talante conservador en el que la creencia personal impida discutir temas que tienen bases científicas o económicas. Además de la simpatía que JVM ha mostrado por modelos como el pinochetista.


En conclusión, no me gusta AMLO, no es el tipo de político que me apasiona y por el quien me pondría la bonita pulserita. No me parece un político moderno, no le interesa entender el contexto internacional, pero entiende lo necesario y tiene por convicción (casi religiosa) ser honesto. Por esto último, porque su gestión como Jefe de Gobierno me parece que sentó las bases para mejores formas de gobernar y porque propone un gabinete de personas también honestas e inteligentes (y ellos sí modernos e internacionalistas), por eso votaré por AMLO este domingo.