miércoles, 28 de noviembre de 2012

La incongruencia de Antolini, de Rosario y la mía propia.

Hace algunas semanas tuve una acalorada pero cordial discusión con dos muy queridos amigos, a quienes por razones de seguridad llamaré M (él) y B (ella). M defendía que Antolini no había incurrido en ninguna incongruencia al abandonar el movimiento “Yo soy 132” para incorporarse a un programa de debate en Foro TV de Televisa. B defendía que Rosario Robles no era incongruente al formar parte del equipo de Enrique Peña Nieto luego de haber sido un cuadro  importante de la izquierda mexicana. Ambos, M y B, defendían que yo era un incongruente por trabajar para una empresa transnacional con intereses meramente comerciales, dicen.

M sostiene que Antolini no es un incongruente, que más bien, nosotros fuimos una bola de ingenuos que le creímos cuando en las marchas del Yo soy 132, gritaba más o menos “Fuck Televisa!!” o bueno, “Sí a la democratización de los medios”. O también le creímos cuando estuvo encendiendo “la luz de la verdad” fuera de las instalaciones de Televisa Chapultepec. Puede ser que M tenga razón, en esos momentos no estábamos viendo al Antolini real, sino a un espectro que buscaba tener momentos de gloria política antes del fin del semestre. En tal caso, lo que sostengo es que Antolini fue incongruente al acudir a esos actos y gritar las cosas que gritó. Si alguien en sus adentros cree en algo y externa otra cosa, entonces se es incongruente. Pero M no se equivoca del todo, sí fuimos ingenuos, al menos yo, creí que Antolini tendría una importante carrera política con una historia épica de lucha desde sus años mozos, o que escribiría agudos artículos sobre la clase política mexicana, todos llenos de credibilidad, la credibilidad que le daba haber surgido de un movimiento autónomo. Pero no, luego de su incursión en Televisa, quienes ingenuamente creíamos que tenía futuro nos equivocamos. Este muchacho perdió toda credibilidad al asomar su verdadera cara y contrastarla con su careta inicial, así que seguramente se perderá en la inmensidad de las cosas que no tienen mucho sentido.

B sostiene que Rosario Robles no es incongruente, que más bien, es una víctima de la misoginia política que pervive en nuestra izquierda. Dice que a Rosario la excluyeron y la dejaron políticamente marginada, así que tuvo que buscar opciones políticas y las encontró con Enrique Peña Nieto. Estoy de acuerdo, a Rosario la trataron muy mal en su antiguo partido, no fue valorada como el cuadro importante que es y ha sido, y sin duda su condición de mujer ayudó a que todos la dejaran sola. Sin embargo, no comparto que la ausencia de espacios políticos, necesariamente tengan que orillar a una persona a buscarlos en los lugares que antes criticó. Es decir, ¿La única opción de Rosario era buscar un espacio con Peña Nieto, cuando desde la izquierda fue crítica del viejo régimen priista? Si Rosario piensa que EPN, su equipo y la forma en que hacen política, no tienen nada que  ver con el viejo régimen, entonces sí, creo que no es incongruente, solo es ingenua.

M y B sostienen que soy un incongruente porque antes me importaba el bienestar de las personas y ahora me interesa generar utilidades para los accionistas de una empresa transnacional. Sí, he tenido que cambiar algunas de mis posturas, sin embargo, en la posición y en el lugar en el que estoy, tengo la posibilidad (que casi la necesidad) de que las acciones y estrategias que genero tengan un beneficio social y no solo comercial. Sí, al final no puedo ayudar por ayudar, pero afortunadamente hay zonas en las que el beneficio comercial necesariamente se traduce en cambiarle la vida a una o miles de personas, en esas zonas son en las que trabajo.  Así es como me “autojustifico”, digamos.

Al final, todos somos un poco o mucho incongruentes, es parte de la naturaleza humana, uno va aprendiendo cosas o mirando otras desde otra perspectiva y cambia de opinión. Así que cada quien juzgue qué nivel de incongruencia es tolerable.